Por rocknrolldealer:
Cosas que pasan en tardes soleadas, en los bancos de plazas todavía solitarias y en silencio. Entre mordisco y mordisco a un bocadillo de jamón que ejerce de comida a la hora en la que se merienda. Agradables conversaciones que vienen, van, y a veces se detienen.
– … Te gustan mucho las historias de rockeros perdidos. Me suena que alguna que otra vez me has hablado…
– Me gustan los personajes de perdedor, en el rock, en el cine o en la vida – Interrumpes.
Y entonces, te pregunta:
– ¿Cómo cuáles?
“Malditas preguntas, ésta no la tengo preparada”, piensas.
Espesor mental. Ideas, ¿dónde estáis?. Al fondo se divisa una respuesta. ¡¡¡¡¿Mickey Rourke en ‘The Wrestler’ …. o en ‘Sin City’?!!!!! No es muy buena, pero para salir del apuro…
Sus ojos denotan que te acaba de pillar el farol y que tu respuesta no es satisfactoria.
– Ya lo hemos hablado… [ofreciéndote la escapatoria que desesperadamente estás buscando]… la gente tiende a identificarse con las personas que están a su nivel. La gente de éxito no suele estar muy bien vista. El perdedor suele ser visto como un desvalido, y dan penan. Es fácil identificarse con ellos…
No queda otra que asentir mientras la conversación sigue fluyendo, buscando otro puerto donde echar el ancla durante unos minutos, pero la cabeza no se detiene…
… Horas después, ya en casa, tras desempolvar el vinilo de ‘A por ellos que son pocos y cobardes’ de Loquillo y Los Trogloditas, te das cuenta que la ciudad duerme. En la habitación, la cama no parece el mejor lugar para pasar la noche insomne a la que estás destinado. En el interior, el cerebro no cesa de bombear ideas, deseos, la nostalgia le invade y al tiempo mantiene una lucha contra los viejos [¿buenos?] hábitos que te ofrecen la salida fácil. Consume, olvida, duerme y descansa. Bloquea tus temores e inquietudes. No pienses, no seas racional. Hazlo fácil…
El mono aprieta y juega sus bazas.
[El cerebro, que subconscientemente no ha dejado de trabajar, se revela frente a la rutina y te ofrece una vía de escape. “Utiliza tus dedos para escribir. Quítate el mono escribiendo”. ”¿Sobre qué?”, le interrogas. Se muestra generoso, te susurra: “Sobre los perdedores, tus predilectos. Antes no supiste expresarte y diste una contestación pobre. No he parado de pensar en ellos. Te ofrezco la posibilidad de redimirte”]
Perdedores, pero… ¿qué es un perdedor?
[Lo sabes]
Cierto. Hablamos de individuos obsesionados con cambiar su suerte, caracterizados por la vehemencia con la que planean su fuga de la mediocridad y por los resultados desastrosos de todas sus empresas. Carne de cañón o nacidos para perder, que diría Johnny Thunders.
[- ¿Éste es el perfil de perdedor? – Te cuestiona.
– Para ser las tres de la mañana, estás de un puñetero…- Espetas].
Decides argumentar. «No sé si éste es el perfil de perdedor, tal vez lo sea de fracasado y el perdedor sea el que ni siquiera intenta [ni aspira] a salir de la mediocridad. Sin embargo, creo que el papel de perdedor implica necesariamente el juego, el riesgo. Ganar… o perder. Mejor dicho: perder o perder, pero creyendo en que la suerte te llevará al triunfo, al objetivo, a cumplir el plan”, te autorespondes con firmeza.
[El cerebro vuelve a interrogar y punza con precisión. “¿Por qué te agradan estas figuras? ¿Es una cuestión de identificación? ¿Una perversión del concepto de identidad de clase? Deberías saber que no puedes identificarte con ellos. No puedes pensar que tu vida es una derrota permanente porque no es cierto. Lo sabes, aunque a veces te guste interpretar este papel. Tu vida es cómoda, con subidas y bajadas, pero cómoda. Además, nunca has considerado a la suerte como un factor objetivo a tener en cuenta. No crees en ella”].
Los perdedores auténticos, los que lo son a tiempo completo, siempre porfían en un golpe de fortuna. Pero ésta les esquiva con un sonrisa pícara, provocadora y lasciva. Una llamada a la derrota bajo la forma de cumplir tus sueños, como los ‘yonkis’ de ‘Requiem por un sueño’ o Mickey Rourke haciendo de Marv en ‘Sin City’. Una noche de pasión desenfrenada con la mujer de tu vida. Felicidad que acaba en drama. La suerte ríe, se mofa del grandullón.
La confianza en la suerte es clave en la figura del perdedor, es el factor al que culpar de la desgracia. Incluso influye sobre aquellos que no confían en ella, a aquellos que analizan todos los datos con minuciosidad y diseñan planes maestros. Dogmas y leyes que asfixian tu vida, pero que garantizan no depender de la diosa Fortuna. Como Neil McCauley [Robert De Niro] en ‘Heat’. “Nunca me apego a algo en la vida de lo que no pueda desembarazarme a los 30 segundos de ver a un poli aparecer por la esquina”, su derrota llega cuando incumple su axioma y la suerte no está de su lado. El apego a la amistad, le lleva a la venganza y a no cumplir su norma.
Pero también hay ejemplos a la inversa. Hay perdedores puntuales que respetan sus normas, hasta para defender una causa en la que no creen, asumiendo el fatal desenlace. Su fe en el código les lleva a la derrota. Perdedores orgullosos. Piensas en Lee Marvin y en ‘La Cruz de Hierro’. Fiel a código militar y a la patria hasta el final, el deber manda y el destino es seguro. No porfía en la suerte [alea jacta est] y afronta su derrota final, la muerte, sin vacilar. Cara a cara y con una sonrisa de oreja a oreja por cumplir con el deber, con el código en el que cree…
[“Como te gusta el toque épico y heroico. Asumir tu destino aunque tengas miedo… ” –
Otra reflexión interior que te hace decirle a tu conciencia:
– Cállate, que he terminado. Vaya nochecita me estás pegando. La próxima vez truco un cigarro y te jodes…]
… La ciudad está despertándose, pero el sueño no te invade. La cama sigue sin parecerte un lugar acogedor, pero tus ojos te aconsejan dejar la pantalla del ordenador. El objetivo está conseguido. La tentación no te ha derrotado… al menos esta noche…
[- … ¿Una última canción?
– Por supuesto. “Even the Losers Get Lucky Sometimes”, de Tom Petty, aunque se equivoca. Los perdedores nunca tienen fortuna. Porfían en ella, la buscan cuando la suerte ya está echada y el destino les muestra su lengua, pero son incapaces de verlo o bien prefieren no hacerlo].
PD-Es un texto escrito en una noche en la que no tenía sueño. Una conversación me brindó la idea de hablar de algunos de mis personajes perdedores preferidos, pero dándole otro toque y me he montado esta historieta [es lo que tiene disponer de tiempo, je].
Es posible que algún detalle cinematográfico esté equivocado, así que sean benevolentes con estos errores.
Espero sus comentarios sobre sus perdedores favoritos, ya sean puntuales o perennes, reales o ficticios; los motivos que nos llevan a simpatizar [o no] con ellos, el concepto de loser o cualquier otra cosa que os haya sugerido el texto, si es que lo ha hecho.
Tampoco se tomen al pie de la letra todo lo escrito, siempre hay que añadir una dosis de drama. That’s life, guys 😉
Es lo que tienen los bocatas de jamón, que inspiran al que se los zampa y a su entorno :p
Sin duda, los desvalidos, fracasados, deprimidos, tristes, perdedores, faltos de autoestima y con halo de necesidad de mimos me inspiran una ternura increíble. Me caen bien casi automáticamente porque me los imagino dando mil palos de ciego para llegar al mismo sitio que los demás, topándose con mil muros, rompiéndose las narices contra ellos, partiéndose el alma a cada paso o, lo que es más duro, dejándose la vida siendo fieles a su propia forma de entenderla -no sé si me explico-… Todo eso, por otra parte, imprime carácter…
Quizá mi debilidad por esas personas entronque con algo del instinto maternal que se supone que tenemos las mujeres o, creo que es mi caso, con el hecho de que les veo como animalillos abandonados que esperan una mano amiga tras haber recibido cientos de patadas. Esa expresión de tristeza que tienen los animales apaleados la tienen también las personas… hasta puede que la haya tenido yo en alguna ocasión -pero claro, yo no me he visto a mí misma-.
Me vuelvo al curro, que me enredo demasiado…
¡Ostias, estabas inspirao! Muy interesante tu crónica de una noche en vela.
Yo no creo que seamos perdedores o ganadores de serie, simplemente somos personas con nuestras virtudes y nuestros defectos y a veces nos toca ganar y otras perder(a unos más y a otros menos, eso sí). Personalmente creo que ganador es el que lucha, el que trata de mejorar las cosas, de alcanzar sus objetivos, lo consiga o no. Perdedor es aquél que da por segura una derrota y al que encima le gusta hundirse en la miseria, proyectar a los demás una imagen de eterno derrotado.
Personalmente suelo simpatizar más con El Coyote que con el Correcaminos, con el pato Donald que con Micky Mouse, con Silvestre que con Piolín, con Sallieri que con Mozart. Simpatizo con gente que lo intenta y tropieza pero vuelve a afrontar un nuevo esfuerzo con ganas en lugar de con las personas que lo tienen ya todo hecho, aunque me alegre por ellas. Por otro lado, estas últimas son pocas, porque la vida real no son los dibujos animados, y es muy raro que a alguien le salga todo bien aunque tenga una vida cómoda y todo le vaya rodado.
Yo me considero un ganador porque trato de ganar, lo consiga o no, porque trato de mejorar y de aprender de mis errores, aunque gane o pierda como todo el mundo. Además, no me planteo una lucha contra nadie, por superar a nadie, sino por mejorar yo, por superarme a mí mismo. Creo que fijarse en exceso en los demás es de envidiosos o de ególatras.
Una curiosidad que leí una vez en un periódico cutre –con deciros que era el «As» está dicho todo–. El redactor presentaba al lector una situación imaginaria. Le preguntaba que preferiría si estuviese sólo en un campo de fútbol y disparase a portería vacía: marcar gol o que el balón diese en la escuadra y saliera. Quien se decantase por acertar era un ganador. El otro, un perdedor romántico. Pensé: ¡Mierda, soy de los segundos! ¿Y vosotros?
Querer ganar está bien, lo grave es que se convierta en una obsesión. Personalmente estoy en contra de la frase que hizo famosa al Barón de Coubertin, el que ideó los Juegos Olímpicos modernos: «Lo importante es participar». No estoy de acuerdo. Creo que lo importante es ganar, pero siempre con respeto al rival y con nobleza. No sólo vale ganar sea como sea: lo principal es el modo en que se vence… o se pierde. Además, se suelen sacar más enseñanzas de las derrotas si éstas se saben enfocar bien, porque el triunfo acomoda.
Una película: Grupo salvaje. Esos sí que son un grupo de perdedores de los buenos, de los que siguen su manual ético porque ya no hay nada más que puedan perder. Una cosa es ser un perdedor. Otra muy distinta es ser un perdedor con clase. Por ejemplo, los de Cowboy de medianoche son perdedores patéticos. A lo mejor, el perdedo más logrado es el Jack Nicholson de Chinatown.
De todas formas, yo siempre he identificado mucho la figura del perdedor con la del luchador. Tienen ese punto de constancia que les convierte en héroes, como si el mero heccho de seguir intentándo hacer las cosas bien fuese una victoria en sí mismo.
Eso sí, el ejemplo de Requiem por un sueño es genial. Sobre todo en lo que se refiere al personaje de la madre.
Es cierto que está muy relacionada a veces la figura del perdedor con la del luchador, como también la del ganador que no hace ni el más mínimo esfuerzo pero que tiene las musas y el talento de su lado bien sea músico, deportista, científico o conductor de la EMT.
A veces es verdad que los a priori perdedores llegan más lejos que los vagos talentosos, pues sacan fuerzas de su debilidad. Un ejemplo futbolero: Raúl y Guti. El primero se ha convertido en una leyenda del fútbol español y mundial y ha construido una carrera exitosa gracias, por encima de todo, a su esfuerzo y su constancia, que le ha hecho rendir por encima de sus posibilidades; el segundo, con muchísimo más talento, se ha quedado en un jugador irregular que se ha quedado a la mitad de lo que ha podido ser. Es el mérito de la constancia. Y, sin embargo, os apetecería ver un resumen de las mejores jugadas de Raúl o de las de Guti? Es la estrella de los talentosos.
Para los baloncestistas como Silvio11, el ejemplo vale con cambiar Raúl por Calderón y Guti por Sergio Rodríguez, por poner el primer ejemplo que me viene al coco…
Realmente los triunfadores, que son muy pocos, son los escasos que combinan constancia y talento… y lo combinan con suerte. Si tienes las dos primeras y te falta la tercera tal vez te conviertas en un fracasado en cuanto a resultados tangibles, aunque interiormente valgas muchísimo.
Por no contestar con frases vacías, creo que lo mejor es poner de personas que ya han pensado largo y tendido sobre este tema, y han llegado a conclusiones que (desde mi punto de vista), son, cuanto menos, coherentes.
«Nuestra mayor gloria no está en no haber caído nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos.» John Bunyan
“Ni siquiera un dios puede cambiar en derrota la victoria de quien se ha vencido a sí mismo”. Buda
Son dos puntos de vista muy distintos que llevan a la misma conclusión. No te desanimes, un día malo lo tenemos todos. Un abrazo.
Pd: Ha sido un post muy bonito.
Magnífico estilo.